Los consumidores no te pertenecen
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Las marcas funcionan no porque tengan logos, slogans, o gráficas espectaculares, tampoco porque publiquen muchas historias en instagram, sino porque algo sobre su historia y su promesa resuena con las creencias profundamente arraigadas de quienes la eligen. Todos tenemos un discurso interno que mas o menos dice estas cosas: "La gente como nosotros hace cosas como esta / compra cosas como esta / piensa estas cosas"
Cuando la marca deja de resonar en sus consumidores y comienza a chocar con la forma en que su audiencia piensa de sí misma, el consumidor se siente incómodo. Cuando la marca cruza la línea hacia un comportamiento que se considera vergonzoso o poco representativo se desvanece ante su publico. Quizás para siempre.
Las marcas deben hacer lo correcto porque eso es lo correcto. De no ser así, deberían hacer lo correcto porque sus consumidores no les pertenecen, son de sus consumidores y cuando no comprenden eso, su valor desaparece.
Hay una diferencia sustancial entre estas dos situaciones:
Usá esto porque estoy haciendo esto
versus
Estoy haciendo esto porque vas a disfrutar usándolo.
El primero está centrado en la empresa y explica que están promocionando algo que se hizo porque tienen que venderlo. Lo que hacen es fabricar cosas y venderlas "Necesitaba hacer algo para vender, esto es lo mejor que pude hacer".
El segundo está centrado en las personas. Comienza con las necesidades y deseos del consumidor e ignora todo lo demás. Dice: "Encontré algo para vos, acá está".
La mayoría de las veces los productos de las marcas de moda se venden sobre la base de: "Sí, hay otras opciones, pero esta es la que hacemos nosotros".
No estoy tan convencida que sea una razón suficientemente buena para generar un movimiento significativo por el cual te elijan en un mercado saturado opciones prácticamente indistinguibles entre sí.
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El rosa y el celeste ya no representan una cuestión de género, pero ¿Cómo fueron variando la visión y el uso de estos colores a lo largo del tiempo? ¿Qué es pasa en el presente?
La historiadora estadounidense Jo Paoletti dedicó su carrera a estudiar la construcción de estereotipos de género a través de la moda. Su libro,
Rosa y azul: separando a los niños de las niñas en América,
explora cómo surgió la identificación de esos dos colores con lo "masculino" y lo "femenino" y revela un dato ignorado por muchos: esta tradición se consolidó en el curso de una sola generación, hace no tanto tiempo.
Hasta fines del siglo XIX, nenes y nenas usaban vestidos blancos (a veces polleras) de confección casera, que tenían la ventaja de no desteñirse con jabones fuertes o hervor, un método común de lavado por aquella época. Además, facilitaban el cambio de pañales y se podían reciclar si nacía un nuevo hijo o hija. Basta observar a un pequeño Franklin D. Roosevelt, presidente de Estados Unidos entre 1933 y 1945, para comprobarlo.
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"La cronología no es lineal. Entre 1900 y 1920, la ropa de los varones experimentó cambios, para enseñarles a ser pequeños hombres", explica la investigadora. Particularmente, se refiere a la introducción del pantalón y el pelo corto (antes largo hasta los 5 o 7 años) a niños de temprana edad.
La asignación cromática, por otra parte, todavía estaba abierta: hacia 1918, como muestran las revistas de la época, se estilaba usar rosa para los varones, por ser un tono derivado del rojo, supuestamente "fuerte" y el celeste, más "delicado", para las chicas. En los años que rodean a la Primera Guerra Mundial, algunos asociaban el primer color al fuego y la sangre; y el segundo a la armonía, la paz y el agua. Para otros, la elección de una determinada prenda dependía de las facciones del infante: si tenía ojos claros, se usaba celeste; si tenía ojos oscuros, rosa. Esto esto, a su vez, variaba de acuerdo a cada tienda.
Según Paoletti, los colores -al igual que las telas y los estampados- mutaron progresivamente. A partir de los años 40 cobró fuerza la tendencia que hoy conocemos, de la mano del baby boom (un importante incremento de la natalidad en la posguerra), el crecimiento económico, la expansión del consumo, el marketing y la fabricación masiva de indumentaria.
De todas formas, como se observa en las películas de la época, todavía no estaba dicha la última palabra. En el estreno de Peter Pan (1953) el personaje infantil Michael Darling llevaba un pijama rosa. El mismo fue coloreado de azul para el relanzamiento de 2013. Igual suerte corrió Junior, de La dama y el vagabundo (1955): en la versión original lucía el mismo enterito que el menor de los Darling, pero en la secuela Las aventuras de Scamp (2001), vestía uno celeste.
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La autora cuenta que algunos grupos feministas de fines de los 60 y los 70 promovieron -entre otras cosas- la "crianza unisex", lo cual repercutió en las prácticas sociales. En los comercios apareció indumentaria para chicos y chicas tendiente a eliminar las dicotomías.
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Recién durante los 80 cuando la bifurcación de estilos se instaló definitivamente. En la ropa de nena, el rosa volvió recargado, junto a volados y nuevos cortes.
¿Cuáles fueron los motivos? "Creo que tanto la homofobia como la misoginia incidieron en negar a los niños cualquier cosa asociada con las niñas", responde la historiadora. Los avances en las ecografías durante el embarazo habrían brindado un empujón inesperado al tema: al conocerse el sexo del feto antes del parto, cobró impulso la confección y venta de objetos diferenciados.
Paoletti, una de las mayores conocedoras del tema, aún no logra dilucidar por qué se eligieron esos dos colores. "El azul estaba asociado con la Virgen María en muchas regiones católicas de Europa y el rosa salmón es su complemento en la teoría del color. Pero no he encontrado una razón clara, especialmente porque todo ocurrió de manera tan gradual y tan dispar", aclara.
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¿Qué es lo importante de esto hoy?
Actualmente el rosa y el celeste son elegidos indistintamente por las nuevas generaciones y no representan nada mas que simples colores. Millennials, Centennial y Generación Alfa (nacidos a partir del 2010) redefinen los conceptos de belleza y género a través de una óptica basada en la pluralidad y bajo un nuevo paradigma social, el de la diversidad, donde la ropa y los colores son un medio, no un fin. Un medio de expresión individual que toma carácter y significado a través de quién lo usa y cómo lo usa, nunca por sí mismos y a priori.
Las marcas ya no pueden precategorizar a los consumidores, dado el dinamismo y la variedad de comportamientos que hoy tienen las personas eso se vuelve imposible; hoy tienen que brindarles herramientas a través de sus productos, servicios y experiencias para que ellos mismos se autodefinan.
Las marcas se deben transformar en medios, dejar de ser estereotipos e ideales a alcanzar. De esto se trata colocar al consumidor verdaderamente en el centro de la estrategia del negocio.
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ASICS
Sabías que...
El acrónimo de ASICS significa "Anima Sana in Corpore Sano" o "Un alma sana en un cuerpo sano", una adaptación del antiguo aforismo " Mens sana in corpore sano"
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Mi nombre es Daniela De Sousa Mendes, escribo semanalmente newsletters para compartir información que me parece relevante sobre el negocio de la moda y las tendencias que están dando nueva forma a nivel negocios, tecnología y diversidad en los tipos de consumo.
Comencé con este proyecto el año pasado porque sentía que podía ser útil un espacio para compartir y tratar de ordenar algo acerca de la cantidad de cambios desde todas las direcciones que hoy atraviesa el sector (y que van a seguir sucediendo con la misma velocidad y la misma profundad durante los próximos 15 años) y de alguna manera clarificar algunos puntos para entender un poco mas el presente y el futuro.
Si te interesa leer algún tema en particular podes escribirme acá y comentármelo para que lo trate.
Además me dedico a Asesorar en Negocios, Management y Comunicación a empresas del rubro Textil y Moda. Podés ver mas en profundidad toda esta info en mi sitio LWC.
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